La pandemia nos obligó a replantearnos toda la realidad a la que estábamos acostumbrados. Fuimos espectadores del aislamiento forzado, limitando toda interacción social. Posiblemente, alguien podrá explicar en un futuro el alcance de este daño, o quiebre de un mundo, que, basado en la tecnología, hizo que la realidad digital renaciera como la respuesta inmediata o como la opción más evidente, para resolver y replantear miles de acciones y actividades que solo se realizaban cara a cara y de mano en mano.
El ámbito artístico y cultural, en este sentido, se vio fuertemente afectado. De hecho, junto a Daniel Jesús Díaz, profesor de literatura, músico en Las Pobres Esferas y compañero de migraciones en Runrún, vimos detenerse una residencia de arte colaborativo en la localidad de Batuco (Región del Maule).
Así, el año 2020 se veía completamente incierto, pues en paralelo se nos acercaba la puesta en marcha de una nueva versión de Buscando la veta, proyecto que venimos desarrollando desde año el pasado para trabajar la memoria de comunidades a través de la escritura, esta vez, junto a habitantes de la localidad de Freirina (Valle del Huasco).
Inicialmente quisimos saltarnos la fecha de partida en marzo, esperando a ver qué acontecía con la realidad nacional e internacional en el contexto del COVID-19. Fueron momentos álgidos y fuertes en cuanto a la información que entregaban los medios de comunicación. La pandemia no se detuvo y, por tanto, tampoco tuvo término el distanciamiento social. Esto nos obligó, avanzada la mitad del año, a adaptar el taller y darle rienda suelta a la comunicación digital.
Antes de la emergencia sanitaria no era posible imaginar la validación de la educación a distancia y su consecuente acceso a cursos, talleres, charlas en línea con tanta fuerza. Sin duda, estas dinámicas han puesto en valor el acceso a espacios de formación digitales, tanto a través de opciones gratuitas como pagadas. Las que, al mismo tiempo, crean la ilusión de la igualdad, al ser opciones que llegan a mayores cantidades de personas en tiempos cada vez más veloces. Aún cuando tenemos claro que las tecnologías no reducen las desigualdades sociales o brechas digitales necesariamente.
Si pensamos en la digitalidad como otra manera de crear mundos, tenemos que tener en cuenta que, al ganar o ahorrar tiempos en muchos aspectos, también nos encerramos cada vez más en nuestros hogares. Pero así mismo, no podemos negar la necesidad que tenemos como seres humanos de comunicarnos y relacionarnos. Y a eso es a lo que nos estamos aferrando para que en el proceso de adaptación no perdamos el espíritu central del taller, que tiene que ver con la creación de un encuentro de participación democrático, creativo y humano.
Ante este nuevo modo de relación, por tanto, es probable que tardemos un par de semanas en encontrar el equilibrio de la vida online con la offline. Pero estamos confiados en que hallaremos un nuevo ritmo en conjunto, en la medida que avancemos a través del contenido de las doce sesiones que contempla el taller.
Dejar de percibir al otro en sus formas físicas más naturales como su sonrisa o incluso su enfado será sin duda algo que echaremos de menos, pues nada reemplaza el trato en persona. Sin embargo, sí creemos posible la existencia de múltiples realidades. En este sentido, estamos dispuestos a la experimentación y también a la enmienda de aquellas posibilidades que ofrecen estos nuevos espacios digitales.
En el mundo virtual nos encontramos con dos términos que aplican muy bien para la nueva modalidad digital de Buscando la veta en Freirina.
Por un lado, está la comunicación sincrónica, la que nos permitirá conectarnos en vivo con la mayoría de los integrantes durante las sesiones del taller a través de la plataforma Zoom. Y por otro lado, está la comunicación asincrónica, a través de la que mantendremos comunicación vía WhatsApp y correo electrónico, para, de este modo, incluir a quienes por la falta de conectividad no podrán participar de las lecturas y escrituras que llevaremos a cabo en vivo.
Al mismo tiempo, nos apoyaremos en documentación complementaria gráfica, audiovisual y radiofónica, material que hemos creado con doble propósito, tanto para guiar las sesiones como para subirlas a internet de manera pública, generando beneficiarios indirectos del proceso.
Al margen de la modalidad virtual, por tanto, la médula de todo seguirá siendo el trabajo colaborativo y creativo a partir la memoria, la oralidad y la palabra escrita, y de paso la adquisición de nuevas herramientas digitales para mejorar la comunicación a distancia, buscando generar, de este modo, beneficios por partida doble.

*Foto de portada por Javiera Véliz Fajardo.